En el repartimiento de tierras que Juan de Garay hizo el 24 de octubre de 1580 – treinta y nueve años después de la despoblación de Ruiz Galán, realizada por orden perentoria de Domingo Martínez de Irala- el espacio que ahora abarca las manzanas del Parque Lezama quedó comprendido en la «suerte» otorgada por el capitán Alonso de Vera. Sería este , así, el más antiguo de los nombres al historial de este trozo verdegueante de la metrópoli de nuestros días.
Corriendo los años, al » pie de la punta de doña Catalina» – así se llamaba a la intersección que ahora forman Almirante Brown y Martín García – se establecería una guardia. Era en realidad una «varraca» expuesta a todas las inclemencias del tiempo y crecientes del río. Esta «varraca» se quemó en 1721 y desde entonces la gente de la guardia se acuartelaba en una «choza pequeña de paja» . Refiriéndose a la barraca el gobernador Pedro Esteban Dávila decía en su «relación» que » desde la punta de Santa catalina va huyendo el dicho Riachuelo, más de media legua , todo pantano e inútil de poderse andar…»
El histórico alto de San Pedro culmina en el ángulo sudeste donde está situado el Parque Lezama. Allí se hallaban ubicados, en las primeras décadas del siglo XVII, los llamados Hornos de San Pedro y las Barrcas de que ya se hace referencia en la noticia sobre la instalación de la guardia en la «punta de doña Catalina».
Estas baracas – o «varracas» para aplicarnos a la ortogrfía de la época – se habían construido a lo largo de la barranca de Lezama. En los planos de José Bermudez de 1708 y 1713 se ven dibujadas. Allí se guardaba a los negros de Guinea que llegaban de Africa. Estas barracas también destinadas al al almacenamiento de cueros y otrso productos del país con destino a su próximo embarque en el Riachuelo. Según Enrique De Gandía, que proporciona inetresantes referencias al respecto, es muy posible que comenzarn a construirse a principios del siglo XVII…..
CONTINUARA…………