El siguiente ensayo cuya autoria pertenece a la escritora y conferencista Susana Botto, forma parte de su ultimo libro » Planteos, Reflexiones, Interrogantes» editado en 2012 y presentado en el Ateneo Popular de La Boca. y a quien agradecemos mucho el haber autorizado su reproduccion para poder poner al alcance de los lectores de esta pagina.-
«REFLEXIONES ACERCA DE ALFREDO LAZZARI (1871-1949) Y EL GRUPO DE PINTORES DE LA BOCA»
El 23 de agosto se conmemora el “Día del Barrio de La Boca”, con este festejo se recuerda a la creación del Juzgado de Paz de La Boca del Riachuelo un 23 de Agosto del año 1870.
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Cuando Pedro de Mendoza llegó como Primer Adelantado del Río de La Plata en febrero de 1536 , con más de mil hombres y mujeres, funda la Ciudad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, estimativamente en el lugar comprendido en la zona del Parque Lezama (Altos de San Pedro, actual San Telmo) sin embargo algunos historiadores indican a La Boca como el lugar donde el Adelantado fundó la ciudad de Santa María de los Buenos Aires, lo cierto es que desde aquéllos tiempos La Boca fue el puerto natural de Buenos Aires , a pesar de los inconvenientes que provocaba su poca profundidad, los bancos de arena, y sus crecientes y bajantes, fue la Boca como una
novia marinera que esperaba siempre a todos los barcos que recalaron desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX y parte del XX, poco a poco fue reemplazado el Riachuelo por el nuevo puerto, diseñado por Eduardo Madero .
A fines del siglo XIX, cuenta el barrio de La Boca, con una comunidad italiana importante, (genovesa es la mayoría de sus miembros) que va a incorporar a una zona de un Buenos Aires que crece vertiginosamente, modos y costumbres de la lejana Italia, que se vuelven hábitos del diario vivir, y se imbrican con otras conductas de inmigrantes : españoles, griegos, franceses y sajones, por nombrar algunos; todos éstos reciben también la influencia de los habitantes del Río de La Plata, así La Boca se convierte, como todo nuestro país, en un crisol de razas, que enriquecerá el panorama cultural de Buenos Aires, si tenemos en cuenta especialmente uno de los significados de la palabra cultura : cultivo, y que tendría que ver con todo el quehacer humano.
Cercana a sus humildes viviendas, de madera o de chapa, pintadas de múltiples colores, sobrantes de las pinturas de los barcos, estaban las barracas donde se guardaban productos de todo tipo y se realizaba el curtido de cueros.
En la Boca se hablaba el dialecto de los genoveses ( xeneixe), también se cantaba (se canta) con alegría , y con cierta melancolía se recordaba la tierra tan lejana. ¡Cómo no iba a ser este barrio porteño cuna de artistas: de músicos, poetas, de plásticos!, si el río dimensionaba la lejanía del mar, y las casas con sus balcones, ornamentos, y barandales provocaban el encuentro con las musas.
A este lugar, La Boca, único en Buenos Aires, paradisíaco por su mestizaje, no tan exquisito por los olores que provocaba su cercanía con el río, vino desde Italia a fines del siglo XIX, un joven pintor, para realizar unos trabajos en la Plata y luego volverse a su patria, descubre en Buenos Aires, un universo extraño, distinto al de su Luca natal, y decide quedarse…
ALFREDO LAZZARI fue profesor de artistas que formaron el grupo de pintores de La Boca, cito como ejemplo los nombres de Fortunato Lacámera , Benito Quinquela Martín, Miguel Victorica entre otros, Lazzari que fue precursor de dicho grupo, nació en Luca, provincia de Italia, en la Toscana, el 25 de Mayo de 1871, y murió en Buenos Aires, el 26 de Junio de 1949.
Confina Luca entre otras, con Carrara, Florencia y Pisa, ciudades del arte por excelencia, y de destacados artistas, que seguramente influyeron en la formación de Lazzari, quien estudio Bellas Artes en Luca, Florencia y Roma.
Tenemos que viajar regresivamente en el tiempo para comprender la historia del arte boquense, y de los colores que signan al barrio porteño de la Boca.
Las obras de los artistas y artesanos precursores, estaban vinculadas con la actividad portuaria , escultores y doradores, modelaban, doraban y policromaban mascarones de Proa, en el año 1860 ,Parodi , un artista genovés, en su taller de la calle Martín Rodríguez modelaba pulenas, nombre de origen ligur, que denomina a las figuras de madera colocadas en la proa de las embarcaciones para dar suerte y buenos augurios al viaje, y ahuyentar todo lo malo que pudiera presentarse durante la navegación.
Actualmente en el Museo Benito Quinquela Martín, se encuentra una sala en la que se exhiben artísticos mascarones de proa, que por su colorido nos remiten a todo el estilo boquense, tanto en pintura, como en la parte edilicia.
El ingeniero Charles Pellegrini, arribó a Buenos Aires por un contrato que le realizó Bernardino Rivadavia, como ingeniero hidráulico, Pellegrini, además del proyecto para estrechar la desembocadura del Riachuelo, realizó litografías y acuarelas, Vuelta de Rocha de 1833, es una de las primeras obras en las que aparece el paisaje de La Boca.
El escultor Francisco Cafferata nació en la Boca y en 1877 viajó a Florencia para perfeccionarse con maestros italianos, allí realizó el Monumento al Almirante Guillermo Brown, de Italia lo trajo a Buenos Aires, y se inauguró en Adrogué, Provincia de Buenos Aires, en 1886.
Estos datos nos revelan que La Boca ya tenía un cierto pasado artístico cuando Alfredo Lazzari desembarca en Buenos Aires, a la edad de 26 años, en 1897, con el encargo de ejecutar vitrales para una iglesia de La Plata, que no pudieron realizarse, pero Lazzari no volvió a Italia, se quedó a vivir en Buenos Aires, siendo el barrio de La Boca el centro de su actividad .
En La Sociedad de Socorros Mutuos de La Boca fue profesor de grabado, cerámica, pintura y escultura, daba amplia libertad de expresión a sus alumnos, dice de él Benito Quinquela Martín “Conocía bien el oficio y enseñaba bien lo que sabía. Y tenía una buena condición, rara en los profesores de academia, dejaba en libertad al alumno, para que éste explayara su temperamento, buscara su propia expresión y hasta su propia técnica”.
Lazzari fue un artista ilustrado, había estudiado latín y griego, la literatura siempre le interesó , era un apasionado lector de poesía, y de literatura clásica, y a pesar de que nunca regresó al viejo continente , siempre mantuvo su contacto con él , y con las nuevas tendencias estéticas que de allí provenían.
Se casó con Ana Zaino, porteña, tuvieron tres hijos, y no sólo daba clases, sino que también participaba de tertulias, en bares, y en una legendaria peluquería de la Boca, cuyo dueño Nuncio Nucíforo como buen anfitrión, facilitaba las reuniones no solamente de Lazzari, y sus alumnos, sino de prestigiosas figuras de las artes plásticas y de la literatura.
Alfredo Lazzari y sus discípulos recorren el barrio de La Boca, el Riachuelo y la Isla Maciel, pintando al aire libre, cosa que por aquéllos tiempos casi ni se practicaba, los paisajistas de aquél entonces , dibujaban bocetos , croquis de los paisajes a pintar, que luego realizaban en el atelier.
Un crítico de la revista “Nosotros”: Muzzio de Saenz Peña, escribe como se veía el barrio cuando el profesor Alfredo Lazzari y sus alumnos lo recorrían para plasmarlo en imágenes cito “Aparecerá ante los ojos del pintor, una inesperada algarabía de colores, de fuertes contrastes, o de gradaciones suaves, que la multitud de detalles, pequeños todos, y casi todos artificiales, envuelven en una intensa vibración de luz, que el agua aumenta con sus reflejos. Allí el color no recibe la caricia de los medios tonos, pasa del claro al oscuro en rápidas transiciones, en verdaderos fustazos de luz”
Lazzari sale los domingos y lleva a sus alumnos a la isla Maciel, para que ellos se contacten con la naturaleza, uno de sus discípulos, Vicente Vento , tiene su taller en la Isla Maciel, de la que se relata “un suburbio que no obstante hallarse en la autónoma jurisdicción bonaerense, es algo así como la coronación del quartier porteño donde el genio itálico-entre todos los aportes foráneos-ha dejado bien hendido el imperio de sus rasgos y ámbitos legendarios.”
Quinquela Martín describe a la isla Maciel, como “academia de ladrones, geniales, punguistas, mecheras y entregadores” evidentemente un lugar propicio para la inspiración, por lo enunciado y por las imágenes de su vegetación, lagunas, y riachos.
De todo este vórtice artístico, cito como alumnos del maestro, a los que luego fueron notables plásticos y profesores : Fortunato Lacámera, Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, Santiago Stagnaro, Arturo Maresca, Camilo Mandelli y Vicente Vento entre otros, Alfredo Lazzari es precursor , como lo es también del arte moderno de nuestro país, él nos trajo el estilo de los macchiaioli,(manchistas)los italianos antecesores de los impresionistas , que pintaron con una factura de rápidas pinceladas, y grandes contrastes entre claroscuros y colores , pero a Lazzari , le interesan la luz y el colorido con un sentido refinado, logra su expresión alejándose de los macchiaioli y acercándose al movimiento impresionista.
Las pinturas de Lazzari no solamente son obras de arte, sino que son el testimonio de la Buenos Aires de Roca y de Quintana, realizadas la mayoría en pequeñas dimensiones, (hay excepciones), sus temas reflejan no solamente el paisaje boquense, sino también el paisaje bucólico del gran Buenos Aires, árboles, parvas, cardos, y la fauna aparece en toda la variedad de la zona bonaerense : burros, vacas , caballos , ovejas, también pinta retratos de familia, y figuras humanas que a veces parecen esfumarse dentro del paisaje, los retratos en cambio ocupan un espacio pictórico más preciso, creo, para revelar la psicología del personaje, como el retrato que realizó de su mujer Ana Zaino de Lazzari, en el año 1921 (óleo s/cartón) 19.5×15 cm.). Surge el rostro de Ana desde la oscuridad del fondo que luego es interceptado por visibles pinceladas verdosas, logrando así un claro-oscuro que enmarca la luminosidad del rostro , y los colores rosados del ropaje permiten contemplar una cara bella, como la de una madona , con los ojos entrecerrados, y una actitud quizás pensante o tal vez la de sumergirse en una especie de ensueño o de melancolía.
El autorretrato que realizó Alfredo Lazzari en 1928, (óleo sobre madera) 17.5 x 15 cm. Si tuviera que definir un estilo arriesgaría que es impresionista, nos muestra un rostro de rasgos precisos, varoniles, fuertes, quizás desafiantes, pero la mano apoyándose en su cara, uno de los dedos dirigiéndose hacia su sien, indican profunda meditación, los ojos parecen indagar no solamente lo que están viendo, sino más allá del tiempo, del río, del mar…
Tal vez su paisaje toscano, siempre presente, se fundió con el de la ribereña Boca del Riachuelo, como una alianza nostálgica e indisoluble, que casi siempre posee el inmigrante: añorar el terruño lejano y amar la nueva tierra por la que se transita , y amalgamarlas de tal modo que a través de su fantasía, y desde lo psicológico, fueran una, esto lo expresa el historiador Carlos Semino cuando habla del principio de la Escuela de Lazzari la define como: “fruto de la gran fantasía colectiva que en torno al espejo del riachuelo desarrolló una comunidad de inmigrantes buscando replicar idealmente en el nuevo solar su terruño perdido”.
Raúl Vera Ocampo dice “ Alfredo Lazzari es, a mi modo de ver, el verdadero y único fundador, gestor y promotor de esa escuela que en el Río de La Plata alcanzó ribetes fundamentales y que signa de algún modo la producción de todo aquél pintor que en lo sucesivo quiera dar un tono identificatorio al pasaje urbano, suburbano, o plasmado en esta región geográfica.”
Aunque el paisaje de creación de Lazzari, ese espacio identificatorio que define plástico y obra, no es determinante del paisaje interior o del paisaje urbano, sino más bien una mudanza de uno hacia el otro, podemos recrear un cuadro de Alfredo Lazzari, en tantas situaciones como los juegos textuales que nos permite la literatura, para dar un ejemplo con otra forma de expresión. El marco de una puerta que no se ve, una cortina que se levanta, pueden mostrarnos el interior y el exterior de un paisaje, que enriquecido por la materia, la luminosidad, y un cierto romanticismo, pueden poblarnos de cierta alegría, o de una gran melancolía, según como nuestra comprensión asimile la imagen de su pintura, que es tan nostálgica y poética.
Escribe Córdoba Iturburo: Lazzari “es un artista de confidencia, que puso una delicada sordina a los instrumentos de su orquesta, una orquesta que hizo sonar de manera melodiosa y poética”
Alfredo Lazzari expuso en vida sólo en tres ocasiones y a pedido de sus alumnos, luego de su muerte, se ejecutaron distintas muestras de sus obras, una de las más completas fue la que se realizó en el Museo Fernández Blanco en 2006, con más de cien obras, pertenecientes casi todas a su familia, siendo curador de la muestra Alfredo Lobeira Lazzari.
Los temas expuestos fueron retratos de familia, imágenes de Barracas, Palermo, y el Parque Lezama, temas bucólicos, barcos de la ribera, paisajes boquenses.
El critico de arte Ernesto B.Rodriguez es el autor de un ensayo , libro publicado en1968 con el titulo de Alfredo Lazzari, Un maestro y un pintor, en el que analiza la obra de Lazzari y su incidencia en la pintura argentina.
Expresa Rodríguez: “Alfredo Lazzari pintaba sobre pequeñas tablitas=esas con las que se arman las cajas de cigarros=y también sobre cartones que el preparaba convenientemente” mas adelante agrega”Porque la verdad es que esa larga serie de cuadritos de Lazzari invitan a una “lectura”plástica.Se ve en cada uno de ellos la mirada del pintor testigo, aquel dialogo silencioso de sus ojos con los colores y las formas de un paisaje singular”.
Obras de Lazzari posee el Museo Nacional de Bellas Artes, al que le fueron donadas por su familia en 1964, el museo las expone en sus salas y se presenta un audiovisual dedicado a la obra de Lazzari, creado por Rafael Iglesia con textos de Nelly Perazzo y Martín Dolan. También se pueden ver obras de este singular artista toscano, y de los integrantes del grupo de la Escuela de La Boca, en el Museo de Bellas Artes de La Boca de Artistas Argentinos Benito Quinquela Martín.
Lo cierto es que además de su obra, todo el aporte cultural del maestro Lazzari a sus alumnos, da sus frutos, ellos, sus continuadores, no solamente son maestros y artistas plásticos de valía, sino que enriquecen el patrimonio cultural del barrio:
Sívori”, del Salón Nacional.
En 1940, Lacámera funda la “Agrupación Gente de Arte y Letras Impulso”, donde se exponían, y actualmente se exponen, muestras individuales y colectivas de pintura, escultura, dibujo y grabado, y se realizan otras actividades culturales.
Benito Quinquela Martín, otro de los alumnos del profesor Lazzari, además de su prolífica obra, su intensa vida personal, que lo lleva a exponer fuera de nuestro país, es el que dona al Consejo Nacional de Educación, un terreno de su propiedad, para que se construya en él, un edificio de tres pisos. La planta baja y el primero destinados a una escuela primaria diurna y nocturna, el segundo para el Museo de Artistas Argentinos, y el tercero para su vivienda y taller.
En 1936 se inaugura la Escuela Pedro de Mendoza y en el 1938, el Museo, en él se encuentran las obras de los artistas boquenses y también de otras escuelas y estilos, Lazzari, como ya dije, está presente allí, y es algo verdaderamente conmovedor que pueda verse su pintura en el Museo que fundó su discípulo.
Alfredo Lazzari nos lega no solamente su valiosa obra, sino también un importante aporte docente, porque fue maestro y precursor de generaciones de artistas que hoy prestigian el barrio de La Boca, y el panorama de la pintura nacional.
Susana Botto
( Publicado por Ediciones RONDA LITERARIA en el libro de Susana Botto: PLANTEOS, REFLEXIONES,INTERROGANTES . 2011
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