Walter Santoro, Director Ejecutivo de Industrias Culturales Argentinas, Amigo y Artífice del Monumento a Benito Quinquela Martín, nos hizo llegar este texto valiosísimo sobre los aguafuertes, el cual no dudamos en dar a conocer para todos los amantes del arte de La Boca y de la obra del insigne maestro, junto con nuestro agradecimiento.
El grabado de Quinquela
“He querido que el hombre común se reconozca en mi obra, que sienta que
su tarea también tiene grandeza, que aprenda a gozar de la belleza de la
luz, del color…”
Benito Quinquela Martín
El lenguaje gráfico de un Maestro.
Si los cuadros de Quinquela Martín son parte viva de la iconografía argentina y materia de retrospectivas, ediciones y muestras, es interesante descubrir el valor que tienen sus grabados. Se tratan de piezas de gran fuerza expresiva, con vida propia independiente de sus telas; piezas muchas veces ignoradas por el público e incluso por los mismos especialistas.
En los años turbulentos y avasallantes de la primera mitad del siglo pasado, cuando las técnicas se pusieron al servicio de las artes, el grabado se presentó como un medio expresivo y accesible de los artistas para llegar al común de la gente con el mensaje de su arte. Superando las artesanales tiradas de épocas pasadas, por primera vez la civilización de la máquina ponía a disposición de las artes la oportunidad de multiplicar un trabajo y su impacto. Las artes gráficas habían dejado de ser una ciencia productora de incunables para convertirse en factor de popularidad y difusión del arte y los artistas. Nacían las industrias culturales. Quinquela, pintor de su barrio y de su pueblo, se interiorizó en los distintos procesos de técnicas de reproducción, adaptando ese lenguaje como propio.
La elección de primeros planos, la lucha del hombre con elementos gigantescos, el amor, el peligro, el drama, la alegría, están retratados en blanco y negro, en aguatintas producidas entre 1939 y 1948 y que llegaron al medio centenar.
En esos años, el lenguaje gráfico puesto a consideración de los géneros artísticos, encontró en la escritura impresa, y en la resonancia de los signos, un singular desafío.
Así, el grabado ensayó nuevos modelos operativos, cuya atención obedeció más que al resultado artístico, al proceso que, como constituyente de un lenguaje, aparece de manifiesto de otro modo en la obra.
Así, el maestro Benito Quinquela Martín al ver trabajar en sus talleres al grupo de grabadores de “Artistas del Pueblo”, escogerá un modelo a seguir en las figuras de Fascio Hebecquer, José Arato. Abraham Vigo, Alfredo Bellocq, Agustín Riganelli, interesándose por esos trabajos -individuales o grupales- que expresaban la realidad social de la época.
El grabado en todas sus expresiones aguafuerte, aguatinta, xilografía, litografía, serigrafía, punta seca, y las últimas experiencias gráficas no tradicionales, nos demuestra la notable popularidad de las artes gráficas, ya que se ha borrado la línea divisoria entre estas artes y la pintura propiamente dicha.
Esta disciplina en blanco y negro significa para muchos artistas una especie de monólogo. La gran jerarquía artística de las impresiones gráficas alcanzada a comienzos de este Siglo XX ha logrado no sólo la popularidad, sino el interés y la predilección del público.
Mostrar el grabado de Benito Quinquela Martín como arte independiente que observa características específicas y autónomas con respecto a la pintura y otras manifestaciones plásticas es afirmar que el grabado ahonda el lenguaje plástico con fundamentos estéticos propios por su poder de comunicación.
El artista y su obra
Benito Quinquela Martín trabajó dentro de los lenguajes visuales en los campos del grabado, la cerámica, el mural, la pintura y el dibujo, que constituyen en su total producción plástica obra multidisciplinaria que revela el fin de su propósito expresivo, incluyendo su pensamiento estético.
Sus aguafuertes son obras de índole popular, que llevan en sí mismas un material de interés antropológico, cultural, y artístico. En ellas Quinquela irá describiendo a través de una especie de novela gráfica, una época, una tradición para la historia del arte argentino, convalidando la existencia de la cultura del trabajo y la revaloración de las obras de índole social realizadas por aquel “Grupo de Pueblo”.
Como es dicho, fue inspirado en estos artistas que Quinquela realiza sus grabados. Esta capacidad para los diferentes lenguajes visuales, en la figura de un verdadero filántropo, forjará los valores de un hombre que construyó un legado para la comunidad, una norma de conducta sobre la tarea portuaria en el Riachuelo.
La característica narrativa que el maestro otorga en la técnica de grabado profundiza el sentido de las escenas de la vida portuaria. La “grafía” evidencia, en una escritura personal, los sentimientos e ideas proyectados por el artista sobre la plancha de metal, permitiéndole definir su concepción personal del claroscuro.
La dimensión artística y humana de Benito Quinquela Martín ha forjado un mito en un barrio fundado por inmigrantes, constituyendo esta población un singular universo con sus casas de chapas y madera. Quinquela fue quien les incorporó el color con una paleta rabiosa que las caracteriza y hace reconocibles, dispuestas alrededor de la Vuelta de Rocha. Este clima y ambiente creado en torno a su figura y la de otras entrañables personalidades que le acompañaron, como su maestro Alfredo Lazzari, y su mentor Pío Collivadino, fomentaron las manifestaciones culturales, atrayendo a numerosos artistas a ese barrio, formando así la destacada Escuela de La Boca, con sus instituciones representativas.
En el aguafuerte, la superficie de la plancha de cobre sobre la que se realiza el dibujo mediante un punzón grabando con el trazado de cada línea, se encuentra recubierta por una cera. Cuando la plancha es introducida en una solución de ácido nítrico, éste corroe solamente aquellos canales donde se ha quitado la cera protectora, dando lugar así a la impresión de diversas líneas sobre el papel. La construcción de las imágenes consiste en un conglomerado de trazos, fuertes y débiles, que acentúan y crean la imagen, -desarrollando luces y sombras, dando a la obra volumen a través de las distintas gamas de grises que surgen en la impresión.
Benito Quinquela Martín creará –dentro de la técnica del aguafuerte- más de sesenta obras que se han desarrollado sobre tres temas centrales de la vida cotidiana en el barrio: los dramas, los mitos y los festejos. El hombre y su trabajo, el sacrificio de trabajo, las actividad portuaria y las ciudad, presente y futura, destaca la actividad industrial desarrollada en una ciudad futurista plagada de rascacielos. Siendo esta la novela gráfica de La Boca presente, pasado y futuro, agregando todos los condimentos de la vida en el barrio.
Lo sociológico, el retrato de época y el pensar y sentir de las personas del barrio, están presentes con poderosa fuerza estética, desde su subjetividad como parte de ese entorno y como artista, trasladando ese carácter a la plancha metálica, en claroscuros a veces amenazantes, otras esperanzados, que retratan una utopía nacional y la lucha de los hombres por lograrla. No había ni hay rascacielos o industrias gigantescas en La Boca. Cada integrante de ese trabajo intenso, de esas historias anónimas, tienen en común el logro de ese objetivo. La línea de horizonte se ubica por encima de lo habitual en sus cuadros, elevando a esos obreros, sacándolos del anonimato, valorizándolos, yendo incluso más allá de su ámbito de trabajo, a sus festejos, a sus fogatas en la calle, a lo religioso, a la noche, a la mujer.
El conocimiento y cultura visual en torno al grabado provenía del estudio de las obras de los grandes maestros de esa disciplina: Goya, Piranesi, Rembrandt y de otros artistas más cercanos a su tiempo, los que podían alimentar los deseos de Quinquela de hallar en el blanco y negro una visión distinta y complementaria de su obra pictórica.
El grabado hoy es considerado como un original, en un tiempo en que las industrias culturales son reconocidas mundialmente. De este modo se valoriza el arte del grabado en nuestros días.
El desarrollo de grabado artístico comienza por la necesidad de los artistas de divulgar sus obras a bajos costos, creando la definición de arte para todos. En el caso de las obras de Quinquela, la producción de aguafuertes no ha sido numerada en la mayoría de las veces; algunas de ellas las intervino a posterior de la impresión; el retoque final efectuado con lápiz, carbonilla, barniz, o el coloreado de las mismas. Se trata, de este modo, de obras vivas.
En pasos sucesivos, y con diferentes operarios, se trabajaba el diseño original de la plancha o taco, hasta el término de la impresión de la misma, la revisión final estaba en manos del artista.
Algo que suma al discurso Quinqueliano, para tener una idea más completa y compleja en cuanto a comprensión, psicología y profundidad, que se suma al retrato vivo de sus grandes cuadros, redescubriendo y resignificando su obra.
“Me parece que estoy metido en mis cuadros y amarrado a los muelles de la Boca, como los barcos que tantas veces descargué antes de trasladarlos a las telas pintadas, a mis decoraciones murales, a mis cerámicas, y grabados. Más amarrado aún que los barcos que vienen y van.”
Benito Quinquela Martín
Enlaces: Walter Santoro, ICA, Tel: 4-371-9800