Una de las principales arterias boquenses lleva el nombre del insigne marino, asi como escuelas y un club de regatas y en la Vuelta de Rocha podemos encontrar un hermoso busto en su homenaje obra del escultor Julio Cesar Vergotini.
Pero muchas veces, su nombre lo llevamos tan asociado a estas cosas que olvidamos o no recordamos a la persona en si y por eso dedicamos estas lineas al Almirante Guillermo Brown.
«Es preferible irse a pique antes que rendir el pabellon, genial consigna del jefe tutelar de las fuerzas navales argentinas, almirante Guillermo Brown.
Nacido en un pueblito irlandes, proximo al mar, supo de las desventuras de la vida, al quedar huerfano a la temprana edad de nueve anos lejos de su tierra natal.
De estatura mas bien alta, proporcionado, apostura imponente, de ojos claros como todos los descendientes de raza nordica, poseia esa mirada serena y profunda propia de los hombres de mar.
Intrepido y a la vez estratego, sabia infundir en sus subordinados el coraje que todo lo vence.
Grandes hazanas le tenia reservado el destino. Solo contaba treinta y siete anos cuando su brazo, su entusiasmo y su inteligencia, se brindan por entero a la noble causa de la redencion americana. Es el conductor indicado de las naves de nuestra Patria.
Victorioso en muchos combates, deja jalones heroicos en Martin Garcia, Juncal y Los Pozos.
Padre de la Armada Argentina, forjador indiscutido de su grandeza, fue ejemplo de valor y disciplina.
A edad avanzada, venerado por todos los argentinos, entrega su alma a Dios el 3 de marzo de 1857.»-